Sí, el cerebro es el principal órgano sexual. Desencadena y regula las sustancias químicas, reflejos corporales y mecanismos eróticos, excitatorios, orgásmicos, a través de conductos y terminaciones nerviosas, sanguíneas, linfáticas, etc. Pero también es la sede de la mente, la cual es la estructura que conforma lo que llamaríamos el ego o la conciencia.
Se dice que una fantasía es una representación de ciertas vivencias o elucubraciones mezcladas y elaboradas por la mente, de un modo similar a los sueños, sólo que sin llegar a perder del todo el estado de vigilia o de conciencia. Naturalmente, intentar ahondar en esta definición nos expone a embrollos filosóficos, ya que la misma percepción y comprensión primeras de la realidad pueden ser consideradas también como una representación mediada por nuestros órganos sensoriales y nuestro sistema nervioso. La fantasía sería entonces una re-representación, mediada por sentimientos tipo idealizaciones o frustraciones. Hay más diferencias con respecto a los sueños, pues -pese a que queda mucho aún por investigar- éstos parecen tener como función la reestructuración de las principales capacidades o funcionalidades del cerebro-mente: la creatividad, la improvisación, la ordenación adecuada de los diversos estímulos recibidos, la respuesta rápida y eficaz a estos estímulos, etc., en suma, la garantía de una idónea adaptabiidad al entorno. La fantasía sexual, en cambio, parece estar mucho más condicionada por una única línea de estímulos internos, por una necesidad de liberar o vehicular de algún modo la pulsión sexual o libido.
Las fantasías eróticas son la forma que tiene nuestro cerebro de decirnos que es tiempo para el sexo (aunque sea para la autosatisfacción). Para que ello ocurra, por supuesto antes la persona misma debe considerarse un ser sexual. Hasta hace unas pocas décadas, y todavía hoy día, muchas mujeres no se reconocían del todo como seres sexuales, debido a condicionamientos sociales. Ello les llevaba a confundir o reconducir sus fantasías sexuales con fantasías románticas. Afortunadamente esto está cambiando mucho: ellas tienen tantos pensamientos o ideaciones sexuales como los hombres.
Y son algo completamente normal. No sólo eso, sino que pueden enriquecer o hacer más satisfactoria la propia vivencia, sensorial y afectiva, de la experiencia sexual.
¿Qué determina tal cual tema en una fantasía sexual? Sin duda el influjo de los acontecimientos y relaciones interpersonales cotidianos, incluyendo aquellos detalles a los que de forma consciente parece que hemos prestado poca atención. Pero esta base temática puede estar más bien en experiencias o sensaciones recolectados desde muy temprana edad, incluso antes de la pubertad. Estos temas básicos de las fantasías suelen ser recurrentes. Generalmente no podemos cambiar lo que nos excita sexualmente; una vez que un tema 'se imprime' en nuestra mente como sexual o erótico, lo será siempre a partir de entonces.¿Son peligrosas las fantasías sexuales? ¿Deben ser compartidas? ¿Deben llevarse a la práctica? ¿Tienen más los hombres que las mujeres? ¿Son muy diferentes en hombres y mujeres?
Se dice que una fantasía es una representación de ciertas vivencias o elucubraciones mezcladas y elaboradas por la mente, de un modo similar a los sueños, sólo que sin llegar a perder del todo el estado de vigilia o de conciencia. Naturalmente, intentar ahondar en esta definición nos expone a embrollos filosóficos, ya que la misma percepción y comprensión primeras de la realidad pueden ser consideradas también como una representación mediada por nuestros órganos sensoriales y nuestro sistema nervioso. La fantasía sería entonces una re-representación, mediada por sentimientos tipo idealizaciones o frustraciones. Hay más diferencias con respecto a los sueños, pues -pese a que queda mucho aún por investigar- éstos parecen tener como función la reestructuración de las principales capacidades o funcionalidades del cerebro-mente: la creatividad, la improvisación, la ordenación adecuada de los diversos estímulos recibidos, la respuesta rápida y eficaz a estos estímulos, etc., en suma, la garantía de una idónea adaptabiidad al entorno. La fantasía sexual, en cambio, parece estar mucho más condicionada por una única línea de estímulos internos, por una necesidad de liberar o vehicular de algún modo la pulsión sexual o libido.
Las fantasías eróticas son la forma que tiene nuestro cerebro de decirnos que es tiempo para el sexo (aunque sea para la autosatisfacción). Para que ello ocurra, por supuesto antes la persona misma debe considerarse un ser sexual. Hasta hace unas pocas décadas, y todavía hoy día, muchas mujeres no se reconocían del todo como seres sexuales, debido a condicionamientos sociales. Ello les llevaba a confundir o reconducir sus fantasías sexuales con fantasías románticas. Afortunadamente esto está cambiando mucho: ellas tienen tantos pensamientos o ideaciones sexuales como los hombres.
Y son algo completamente normal. No sólo eso, sino que pueden enriquecer o hacer más satisfactoria la propia vivencia, sensorial y afectiva, de la experiencia sexual.
¿Qué determina tal cual tema en una fantasía sexual? Sin duda el influjo de los acontecimientos y relaciones interpersonales cotidianos, incluyendo aquellos detalles a los que de forma consciente parece que hemos prestado poca atención. Pero esta base temática puede estar más bien en experiencias o sensaciones recolectados desde muy temprana edad, incluso antes de la pubertad. Estos temas básicos de las fantasías suelen ser recurrentes. Generalmente no podemos cambiar lo que nos excita sexualmente; una vez que un tema 'se imprime' en nuestra mente como sexual o erótico, lo será siempre a partir de entonces.¿Son peligrosas las fantasías sexuales? ¿Deben ser compartidas? ¿Deben llevarse a la práctica? ¿Tienen más los hombres que las mujeres? ¿Son muy diferentes en hombres y mujeres?
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