26 de enero de 2013

Hasta siempre Mama Pimpa!





Pocas veces tuve tanta dificultad para elaborar una entrada. Acaso por el ahogo que sabía que entrañaría calmar mis sentimientos en este momento difícil, empecé a elaborarla antes de tiempo, cuando ella se agravó de salud.

Mi abuela, la señora que me enseñó a comer verduras y otros manjares que no se ingerían en mi casa, se me fue. Se me inundan de lágrimas los ojos de recordar los momentos maravillosos que pasé junto a ella. Dicen que no hay muerto malo, pero en verdad, todos los defectos que tuvo la señora Olimpia Amanda Martínez de Cuéllar, los opacó con sus virtudes.

Anoche, cuando me despedí de ella, en su cuarto, mi madre le decía que yo estaba ahí, que si yo no tuviera tanto sobrepeso, luciría igual de barbado como andaba mi papá cuando se casó con ella. Yo recordé en ese instante como me decía que comiera menos y los viajes a la playa con mi abuelo, mi hermano y mi tío. No miento al decir que me dio un vuelco el corazón y me costó articular palabra de verla postrada en la cama sin poder siquiera pedir agua. Ya no era vida! Me quedé sentado a la par suya, le toqué la frente y el brazo y me salí del cuarto. Dentro de mi sabía que ya no la volvería a ver respirando.

Si hubiera podido decirle algo, me hubiera gustado decirle el siguiente párrafo: 

Contigo compartimos nuestras alegrías y tristezas. Fuiste testigo de nuestros logros, de como iba creciendo la familia con más y más miembros. Tuvimos penas también, que convertiste en serenidad. Recorriste un largo camino, y no capitulaste aunque arduo fuera tu caminar. Hoy nos embarga la tristeza, nos acongoja el dolor de tu partida pero también estamos conscientes que llegó la hora de tu merecido descanso, al lado de nuestro amado Padre Celestial y nuestro abuelo Víctor. Hasta siempre, abuela. Hasta siempre mi querida Mama Pimpa.

 Me vas a hacer falta!!!