6 de noviembre de 2013

A pocas horas del 311er día del año


No quise faltar a mi hábito. Bien dicen que las palabras se las lleva el viento, lo que se escribe, queda. Soy animal de fuertes costumbres y pese a que preferiría no centrar esto en hablar de mimíjmo ¡hey, soy el cumpleañero!

Se aproxima el tricentésimo décimo primer día del año y siempre ha sido algo que me gusta conmemorar, quiero pensar que es porque vuelven a mi las remembranzas de cómo lo disfruté cuando era niño. Sería un ingrato (y mentiroso) si no le diera mérito a esos buenos recuerdos y podré ser cualquier cosa, menos desagradecido. Soy un firme creyente de ese cliché que asegura que hay decenas de personas que pasan por nuestra vida y ya sea que se queden o se marchen, dejan algo de ellas en nosotros. Supongo que no solo aplica a las personas, sino que a todas las situaciones de la vida.

En verdad pudiera extenderme hablando de como esta época alegra mi corazón, porque viene el fin de año, porque el clima mejora, por tantas cosas. Pero prefiero escribir que mi natalicio me sirve para reflexionar. Puedo echar una mirada atrás y ver que una buena parte de mis recuerdos los enterré en enero de este año. Puedo decir que me comprendo un poco más y que soy más fuerte. Que mucha gente cuando recién me conoce cree que soy pesado (no solo físicamente) pero cuando me trata comprueba que algo de bueno tengo. Que pese a lo anterior cuesta conocerme. Que también cuesta saber lo que estoy maquinando. Que a veces tengo mal humor. Que por lo general obtengo lo que quiero. Que me gusta observar y analizar a las personas (¿ya dije que soy malhumorado?). Que si me importás me preocupo por vos y no proceso bien los rechazos. Que soy resentido pero solo con quienes valen para mi (si, soy una contradicción andando). Que demuestro mi afecto de maneras muy puntuales. Pero seguir describiendo mi enorme lista de defectos no me va a volver más joven. El tiempo pasa y las enseñanzas que nos deja tienen que calar aunque sea por efecto repetitivo.

De antemano agradezco a los pocos o muchos que recuerden mi fecha de entrada en este mundo. Sea por convencionalismo social o no, se siente bien recibir sus muestras de afecto. ¡SALUD!

24 de julio de 2013

Crónica de una cirugía dental




Temprano ahora, a eso de las 6 AM que me desperté, me sentía como en la historia de Hércules y sus famosas 12 tareas. Ante mí tenía el reto que equivaldría a ir a buscar a Cerbero, bajando a los infiernos, capturarlo y llevarlo a Euristeo. La más peligrosa de todas sus encomiendas. Estoy exagerando, pero para alguien como yo, que nunca se ha quebrado un hueso y nunca ha estado en una sala de operaciones, se siente feo emplear la palabra cirugía.

Hace un tiempo mientras comía palomitas de maíz de las que tanto le gustan al mayor de mis hijos, me quebré una muela. Me la partí en dos y poco después mientras me cepillaba me quedó el remanente en la mano. Hice uso del ISSS, fui a la sección de Odontología y después de hacerme una radiografía me dijeron que me tronaba acudir al departamento de Cirugía Maxilo-Facial. Luego de mil  y una peripecias (incluída la de ir un mes antes como paciente "a condición" y que me mandaran de regreso a la casa) llegó el día, bien dicen, "no hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla". Pese a que cuando se trata de procedimientos médicos adopto una actitud valeverguista, acaso para que mi subconsciente no se eche para atrás; estaba demasiado nervioso, entré luego que me llamaran. Los tres dentistas estaban relajados y les advertí que era hipertenso, que no me había tomado los medicamentos por si estaba contraindicado y luego de tomarme la presión procedieron. Yo hablaba como loro mientras me hacía efecto la anestesia local y cuando ya me sentía como que una abeja me había picado y con la trompeta toda hinchada, sabía que no había escapatoria, me taparon la cara y se hizo lo que se tuvo que hacer. Curiosamente no me dolió, me sorprendí que el doctor jalaba y hacía fuerza pero yo solo notaba su esfuerzo, no sentía nada. Me dijeron que mordiera una gasa, me enseñaron aquellas ENORMES raíces (de los nervios se me olvidó tomarles foto), me dieron mis indicaciones y mi incapacidad y me fui. Mientras esperaba en la farmacia no salía de mi asombro, ¡no me había dolido!. 

La moraleja es breve y simple, cuídense los dientes. A nadie le gusta ir al dentista pero prevenir, es mil veces mejor que lamentar.

22 de abril de 2013

Feliz cumpleaños QV?









Hoy cumplís 7 años. No creas que te he dejado en el olvido. Si esa hubiera sido mi intención preferiría borrarte y pretender que nunca exististe. Pero hemos compartido muchas cosas juntos. Me serviste de paño de lágrimas demasiadas veces. Nada más mirá mi última entrada! Vos sabés cuánto lloré mientras hice ese post del fallecimiento de Mama Pimpa!

Con el correr del tiempo he plasmado acontecimientos, creaciones, ideas y opiniones acerca de diversos aspectos de mi vida. Hasta tenés una viñeta que se llama Mi legado a este mundo pues! Creo que la hice porque vas a vivir más que yo. Puedo asegurarte que mientras Blogger viva, vas a estar presente para que te vengan a leer. Como una especie de compendio de lo que vos y yo decidimos dejar en evidencia para la posteridad.  


No creás que se me ha quitado la costumbre de pensar  : "De esto puedo hablar en el blog" Pero vos sabés, la inmediatez es jodida. Eso si, yo no descarto un día venir y terminar esos 34 borradores que están en tu archivo, la mayoría cuentos, y decir "I'm backkk babyyyy!" Para mientras, te aseguro que cuando salga en una conversación algo de lo que ya haya hablado en este rincón de la red, los remitiré a que te vengan a visitar. Por de pronto, si no me pelo antes de tiempo, me comprometo a que antes que termine este año, me voy a sentar y voy a dar rienda suelta a mi imaginación como en  los viejos tiempos. Feliz cumpleaños Quo Vadis? 

26 de enero de 2013

Hasta siempre Mama Pimpa!





Pocas veces tuve tanta dificultad para elaborar una entrada. Acaso por el ahogo que sabía que entrañaría calmar mis sentimientos en este momento difícil, empecé a elaborarla antes de tiempo, cuando ella se agravó de salud.

Mi abuela, la señora que me enseñó a comer verduras y otros manjares que no se ingerían en mi casa, se me fue. Se me inundan de lágrimas los ojos de recordar los momentos maravillosos que pasé junto a ella. Dicen que no hay muerto malo, pero en verdad, todos los defectos que tuvo la señora Olimpia Amanda Martínez de Cuéllar, los opacó con sus virtudes.

Anoche, cuando me despedí de ella, en su cuarto, mi madre le decía que yo estaba ahí, que si yo no tuviera tanto sobrepeso, luciría igual de barbado como andaba mi papá cuando se casó con ella. Yo recordé en ese instante como me decía que comiera menos y los viajes a la playa con mi abuelo, mi hermano y mi tío. No miento al decir que me dio un vuelco el corazón y me costó articular palabra de verla postrada en la cama sin poder siquiera pedir agua. Ya no era vida! Me quedé sentado a la par suya, le toqué la frente y el brazo y me salí del cuarto. Dentro de mi sabía que ya no la volvería a ver respirando.

Si hubiera podido decirle algo, me hubiera gustado decirle el siguiente párrafo: 

Contigo compartimos nuestras alegrías y tristezas. Fuiste testigo de nuestros logros, de como iba creciendo la familia con más y más miembros. Tuvimos penas también, que convertiste en serenidad. Recorriste un largo camino, y no capitulaste aunque arduo fuera tu caminar. Hoy nos embarga la tristeza, nos acongoja el dolor de tu partida pero también estamos conscientes que llegó la hora de tu merecido descanso, al lado de nuestro amado Padre Celestial y nuestro abuelo Víctor. Hasta siempre, abuela. Hasta siempre mi querida Mama Pimpa.

 Me vas a hacer falta!!!