Cuando escucho hablar de relaciones románticas se me vienen a la mente pensamientos encontrados. No hubiéramos sido creados como seres sociales si estuviéramos supuestos a vivir solos. Pero que complicado es cohabitar en paz! No compartir (como en el noviazgo que es por ratos) sino convivir con alguien (haciendo vida en común) completamente ajeno a uno. Aceptar al (la) otro (a) con defectos y virtudes sin dejar que los primeros opaquen a los segundos, apagando la llama del amor.
Hace como una semana hablaba con una amiga que vive en otro país. Me externaba los motivos por los cuales no se ha involucrado sentimentalmente con personas de otras razas o culturas. Debo admitir que hay razones de peso, que si yo las hubiera experimentado no estoy seguro de poder decir que hubiera continuado haciendo el esfuerzo. Eso o somos demasiado diferentes, por aquello de al menos intentar ajustarse a la pareja. Amoldarse hasta desenredar la intrincada madeja que supone el reto de juntarse con alguien.
Que no se rían de mis chistes, que no entiendan de que hablo. Que no nos guste lo mismo. Pudiera ser la barrera para que la ilusión se termine más temprano que tarde. Claro, a menos que el sexo sea tannn bueno!
Lo malo al vincularse afectivamente es que las mujeres se convierten en mandonas, enojadas, regañonas. También está el otro lado de la moneda, majes bolos, descuidados, mujeriegos, maltratadores. Hay mujeres que usualmente demasiado escogen, en su mente esperan el hombre de sus sueños que sea como Gerard Butler o Robert Pattinson y que las ruegue y que... ahhhhhhhhh! Abajo esas ideas preconcebidas! De tanto andar escogiendo se van a quedar solas! Si les sale un hombre humilde, trabajador que tal vez no sea un dios griego de la belleza pero las respeta y las quiere bien, pues no le busque tres pies al gato! Ya ve que está caro hallar pareja en estos días!
Pasando a mi caso en particular. Voy a sonar que ya he dicho esto antes pero en verdad lo pienso. Creo que voy a llegar al final de mis días solo, sin pareja. Y es que eso de que me aguanten (y tampoco voy a mentir, aguantar a esa alguien... quiere ganas)
Otra de las razones por las creo que no voy a hallar pareja permanente es porque no encuentro disparatada la tesis de los que sostienen que el enamoramiento tiene fecha de caducidad.
A fuerza de ser sinceros yo creo firmemente en ese postulado. El estado de infatuación (léase apendejamiento) es pasajero. No se ponen de acuerdo los estudiosos que señalan cuanto dura este período.
Hay gente escéptica que dice que solo dura tres meses. Hay quienes dicen
que su declive comienza entre los doce y dieciocho meses del inicio de la relación.
Los hay que proponen que generalmente no dura más de 3 años. Como sea
ninguno le da más de 4 años lo que despeja todas mis dudas.
Pero, leamos entrelíneas, con el transcurso del tiempo todo cambia: puede que su enamoramiento desaparezca o que la relación continue con una pasión menos desbordante y hagan su aparición otras emociones como el cariño, la intimidad, la complicidad y la entrega de los amantes. Esto es más compatible con la vida cotidiana que la pasión obsesiva típica del encule.
Soy de los que creen que después esa pareja pasa a solo hacerse compañía. Sigo divagando. Si en un matrimonio se procrearon hijos se lleva la fiesta en paz por la familia y por la antemencionada compañía. ¿Se imagina a un maitro de 60 años de edad o más, con un matrimonio que duró más de 30 años y se terminara abruptamente? Alguien que nunca ha cocinado en su vida (y si lo hizo fue en mil novecientos ayer) ¿Cómo se las arreglara para comer? Si todo se lo han hecho, el oficio, limpieza, lavado, planchado y un larguísimo etcétera? Todo es por conveniencia!
La "llama del amor" esa que algunos privilegiados llegan a tener como excepción para darle validez a la regla general, ese sentimiento que dura secula in seculorum es para las almas gemelas. Que tienen que existir. Y ya. Lo dije, enciendan las hogueras y arrojenme a las llamas porque creo que el amor eterno está vedado para nosotros los mortales y se da en situaciones de uno en un millón (lo que arroja 6 mil parejas felices en este planeta).