Don Dionisio era un importante hacendado ganadero. Como en la mayoría de los pueblos, la envidia era el pan de cada día. Decían que había sido de los más vivos al estar listo y ser de los primeros en apuntarse para la Cooperativa que se fundó a raíz de los Acuerdos de Paz que pusieron fin al conflicto armado. Manuelón había sido desde siempre su confidente, compañero y guardaespaldas.
Hay gente que no pasa desapercibida. Por la razón que sea. Por relajos o por serios. Las mujeres por agradables o bonitas. Manuelón era de los que no pasaban desapercibidos por grandote y malencarado.
Lorenzo era el hijo no reconocido de un primo lejano de Manuelón que se había ido para Australia huyendo de la guerra. Era huérfano de madre. Le decían el chichipince. Era malo y le gustaba ir a meterse seguido a robarse los pollos de los vecinos.
La vez pasada tardó apenas tres minutos en desabotonarle la blusa a la Lucía y tirársele encima. Ella cortando mameyes andaba. De no haber sido porque el profe Benito iba en la vereda que lo trae a uno del terreno de la Nía Tanchito no la hubiera contado! Alcanzó a oír los gritos de la Lucía y le mandó alto:
"Lorenzo, que estás haciendo! te vas a meter en un guevo!"
Soltó a la bicha y salió corriendo en dirección al barranco. El profe Benito ayudó a la cipota.
La Lucía bien trompuda le fue a dar queja a su madrina Tere, esposa de don Nicho. Manuelón recibió la orden de don Nicho de ir a traer de los pelos al chichipince. Él bien mandado se fue a buscarlo. Así en caliente. Manuelón no iba a amagar, no venía de arriar pichiches, el decía que venía de donde asustan!
Se metió en los arrabales y poco le importó no dormir tres días. Cuando al fin lo localizó se le aventó encima. Lo había hallado debajo de un gran palo de amate, guareciéndose de la lluvia. Le reclamó que quisiera joder a la ahijada de su patrón:
"Si querés chillar, chillá. Hacelo. Desahogate. Me vale verga que seas hijo de mi primo. Pero hoy mismo vas a ir a reencontrarte con la que te parió y se te adelantó en el camino!"
Manuelón le llevó todo taleguiado al malandro. Don Nicho le dijo que lo dejaba ir pero sentenciado. Le ofreció las balas. Si lo volvía ver por esos rumbo le volaba la tapa de los sesos.
"Te tiene que haber quedado experiencia. Por las buenas uno hace y deshace con las mujeres, por la fuerza ni mierda! Si no aprendes de esta entonces ya no vas a aprender nunca!"
Se me pone la piel de gallina de solo acordarme. Todos se me paran los pelos. Pero al día siguiente encontraron en los pasillos de la escuela del pueblo a Lorenzo, el chichipince, que había amanecido con las tripas de fuera.
Hay gente que no pasa desapercibida. Por la razón que sea. Por relajos o por serios. Las mujeres por agradables o bonitas. Manuelón era de los que no pasaban desapercibidos por grandote y malencarado.
Lorenzo era el hijo no reconocido de un primo lejano de Manuelón que se había ido para Australia huyendo de la guerra. Era huérfano de madre. Le decían el chichipince. Era malo y le gustaba ir a meterse seguido a robarse los pollos de los vecinos.
La vez pasada tardó apenas tres minutos en desabotonarle la blusa a la Lucía y tirársele encima. Ella cortando mameyes andaba. De no haber sido porque el profe Benito iba en la vereda que lo trae a uno del terreno de la Nía Tanchito no la hubiera contado! Alcanzó a oír los gritos de la Lucía y le mandó alto:
"Lorenzo, que estás haciendo! te vas a meter en un guevo!"
Soltó a la bicha y salió corriendo en dirección al barranco. El profe Benito ayudó a la cipota.
La Lucía bien trompuda le fue a dar queja a su madrina Tere, esposa de don Nicho. Manuelón recibió la orden de don Nicho de ir a traer de los pelos al chichipince. Él bien mandado se fue a buscarlo. Así en caliente. Manuelón no iba a amagar, no venía de arriar pichiches, el decía que venía de donde asustan!
Se metió en los arrabales y poco le importó no dormir tres días. Cuando al fin lo localizó se le aventó encima. Lo había hallado debajo de un gran palo de amate, guareciéndose de la lluvia. Le reclamó que quisiera joder a la ahijada de su patrón:
"Si querés chillar, chillá. Hacelo. Desahogate. Me vale verga que seas hijo de mi primo. Pero hoy mismo vas a ir a reencontrarte con la que te parió y se te adelantó en el camino!"
Manuelón le llevó todo taleguiado al malandro. Don Nicho le dijo que lo dejaba ir pero sentenciado. Le ofreció las balas. Si lo volvía ver por esos rumbo le volaba la tapa de los sesos.
"Te tiene que haber quedado experiencia. Por las buenas uno hace y deshace con las mujeres, por la fuerza ni mierda! Si no aprendes de esta entonces ya no vas a aprender nunca!"
Se me pone la piel de gallina de solo acordarme. Todos se me paran los pelos. Pero al día siguiente encontraron en los pasillos de la escuela del pueblo a Lorenzo, el chichipince, que había amanecido con las tripas de fuera.
2 comentarios:
Los caminos que no se desvían a tiempo acaban en barrancos. Commovedora historia del comportamiento humano.
:D espero hayas entendido los regionalismos :D
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