9 de julio de 2008

Ismael solo necesitaba cariño pte. 2


La parte uno la puede hallar aquí

Dina, una promiscua estudiante universitaria de Diseño Gráfico, regordeta y de ojos saltones, cachetona como que la habían picado las avispas, que se ganaba la vida dibujando planos sería su siguiente víctima, cansada de no recibir la atención de su novio, un vendedor de enciclopedias que viajaba al interior del país todos los días y pese a no ser lo suficientemente bonita se la pasaba saltando de cama en cama, entre su jefe y los pasantes de turno en la empresa de telecomunicaciones para la que laboraba contaba ya 17 maridos. Salió de clases a las 7:30 PM y como era costumbre, el novio no la quería pasar a traer, le tocaría de nuevo irse en bus a su casa. Todos esos detalles los conocía Ismael pues la había seguido, practicaba la observación que aprendió con sus profesores de secundaria.

Esperaba el colectivo en una esquina oscura cuando la abordó, desplegó sus inusuales capacidades de convencimiento (no tuvo que esforzarse pues era una mujer fácil) y accedió a comerse unos tacos en una populosa zona en el centro de la capital, una cosa llevó a la otra y repentinamente se introdujeron a un edificio que albergaba un hospedaje, ahora no lo quiso hacer rápido, hoy se iba a tomar su tiempo, le interesaba que sufriera porque no tenía prisa en ir a casa a aburrirse.

Cuando ella entró al baño le sacó su celular de la cartera, se lo apagó y se dispuso a jugar con ella como cuando un gato tiene al ratón contra la pared y no tiene por donde escabullirse. Salió lista para una nueva sesión de sexo casual y sin ataduras. Fue cuando él, previo a desnudarse frente a ella, la atacó, ahora nada le impediría desatar todo el sadismo que le provocaba y ansiaba desplegar para con ella, la correteó por toda la pieza al soltarle la primera bofetada, ella gritó pero nadie la escucharía desde la cuarta planta, el bullicio del centro de la ciudad acobijaba al asesino. Agarró un vaso y lo quebró, dejando los pedazos de vidrio en la alfombra, para que ella se cortara al pasar sobre ellos, empuñó un palo de escoba que precisamente había tomado del pasillo y la golpeó sin cesar hasta que se cansó, tendida sobre el piso semi-afelpado la ató, no sin antes arrastrarla por el suelo y le inyectó un anestésico para vacas que había conseguido en el agroservicio que frecuentaba, ahí estando ella semiconsciente, le escribió en la frente con su puñal "POR PUTA". Una vez hizo efecto el somnífero, la destazó en la bañera, limpió la escena del crimen y arrojó los pedazos por el balcón hacia un callejón de servicio, justo sobre los contenedores para la basura. Los brazos y piernas estaban hechos añicos pero le costó tirar el torso que hizo un gran estruendo al caer.

En la pieza donde ocurrió todo dejó una nota que había elaborado con guantes en una vieja máquina de escribir, para no dejar rastros:

"Uno está esperando que llegue la hora de la muerte, pero el tiempo no pasa más."

Las investigaciones empezaban a arrojar resultados que indicaban que habían patrones similares en los homicidios recientes, el caso recayó sobre el jefe de la Unidad de Vida, Aníbal, no querían que destacaran mandos medios, la prensa ya especulaba con un asesino en serie y quería filtrar la noticia, el pánico se apoderaría de la ciudad si eso ocurría.

En la conferencia de prensa que se brindó para saciar la sed de información que tenía la prensa, el vocero de la policía solo admitió:

"En las próximas horas debería establecerse un desenlace, estamos tras la pista de una banda que se dedica al tráfico de organos"

Esas declaraciones contrastaban con las del fiscal a cargo que con un aire triunfalista aseguraba que todo estaba bajo control, nada más alejado de la realidad:

"Personalmente me llena de gratificación que después de tanto tiempo de haberlo buscado, se nos diera y hayamos podido ubicarlo. No sé los motivos que tiene para hacer lo que hace pero no me preocupa"

Los diarios estaban haciendo venta loca, la gente estaba literalmente prendida de las noticias:

"En algo coinciden las autoridades, no hay lugar para demoras, se debe atrapar al causante de estas muertes lo más pronto posible"

La prensa se desesperada por obtener nuevas del caso y acosaba a los jefes policiales que guardaban silencio a fin de no entorpecer las investigaciones en curso.

Después de lo de la estudiante universitaria Ismael se había dedicado a robar. No tenía necesidad pero lo hacía por la adrenalina que le generaba, esa descarga de poder ser descubierto, era una especie de emoción momentánea por el hurto. Robaba máquinas expendedoras de comida en lugares cerrados y sin público, en maquilas que no tenían turno nocturno.

Aníbal sabía que de un momento a otro el asesino buscaría otra víctima. El siguiente en la lista fue Sergio un cajero de banco, que tuvo una muerte meramente circunstancial, pues Ismael venía de robar una máquina de gaseosas de un pequeño centro comercial, el salía de hacer corte de la sucursal en que laboraba, se dirigió a su vehículo en el mismo lugar por donde venía saliendo el ladrón y el creyó que lo había visto, se agachó y recogió una piedra y segundos después se la empotraba en la cabeza. Para disimular le robó la billetera.

Aníbal como todo buen investigador no se creyó eso del latrocinio, era coincidencia que en esa zona se hubieran dado ya 4 homicidios? eso lo llevaba a más a dudas y contradicciones.

No mucha agua corrió debajo del puente. Seis días después, otro hallazgo, hoy fue en un sector residencial, hallaron dos cadáveres, una mujer alta, de caderas pronunciadas, busto pequeño, sin nalgas, de mediana edad y una mujer de baja estatura, casi con las características del enanismo, regordeta, manos cuidadas.

El mal olor fue el que hizo que los vecinos llamaran, eso y que no habían visto salir a las vecinas durante tres días. Y ahí lo dantesco de la escena paralizó los corazones de quienes presenciaron el resultado de la "labor" que ahí se había llevado a cabo, los criminalistas del Laboratorio Científico del Delito que se apersonaron a "tratar" de recoger las pruebas tuvieron serias dificultades pues las había partido literalmente en dos y a partir de ahí cual trabajo de carnicero profesional, las había aserrado partiéndolas por mitad desde el esternón, les había arrancado la lengua, les había sacado los ojos y las dejó sin vísceras, eran madre e hija.

Había entrado sin forzar cerraduras, aparentemente las conocía. A la hija al menos, la engañó. Después de cenar, habían estado en el sillón grande de la sala, acariciandose y ella se hizo ilusiones, creyó como una adolescente inutil e inexperta que él quería quedarse con ella. Hoy debía haber sido un día placentero. Al menos, eso creía.

El tiempo pasaba, las agujas del reloj volaban y al matar, ese instante de magia aislaba en su cabeza todo el sufrimiento y la ansiedad que le carcomía por dentro. Esa simple imagen, ese cuadro, era un mero recuerdo que llevaba consigo para dejar atrás un pasado conflictivo y que no lo dejaba ser feliz.

Ismael quería tomar el crédito por las muertes, se enteró que había alguien a cargo en las investigaciones y lo buscó, averiguó su telefono y le dejó un recado diciéndole que a las 10 pm del siguiente martes lo quería contactar ahí en su oficina.

En ese diálogo que sostuvo vía telefónica con Aníbal se desligó de los crímenes por rencillas y aclaró cuales si eran suyos, era evidente pues se esmeraba a tal punto que era difícil de obviar su impronta.

Aníbal llevaba anotaciones:

Había un dejo de tristeza en su voz. Es difícil que deje traslucir sus emociones. Es más bien un tipo reservado. Era de personalidad fría, poco comunicativa y distante.
Siempre parece estar sereno. Siempre buscaron escarbar en su cabeza, en ese temperamento complicado pero algo me hace pensar que no continuaran los asesinatos.

El detective no andaba mal, Ismael acababa de renunciar en su trabajo por motivos de salud. Los médicos del seguro le detectaron Síndrome de Stress Post Traumático, el se habría dicho a sí mismo: Creo que me puedo retirar tranquilo, me voy en paz. Fue demasiado. Estoy satisfecho por lo que me tocó.

Después de entregar a la prensa una declaración en la que confesaba, que no tenía el más mínimo arrepentimiento de ninguno de los crímenes que había cometido, Ismael planeaba ya su fuga.

Las esperanzas por ponerlo bajo arresto se desvanecían. Cómo tenerlas si los asesinatos se estaban espaciando cada vez más y por ende las posibilidades de atrapar al culpable se esfumaban.

Aníbal perdió su trabajo por no poder atrapar al escurridizo delincuente. Pusieron a alguien más a cargo y previo a irse dió declaraciones:

- Pueden juzgarme como investigador o jefe , pero cuando se trata de tu honestidad, duele. Si no me molestara, le terminaría dando la razón al que critica. Yo tengo la conciencia limpia y el que me conoce sabe cómo me manejo y qué tipo de persona soy. Pero como no hay más remedio si la orden viene de arriba, a uno no le queda otra que afrontar las situaciones tal como se diagraman.

La pregunta de los sesenta y cuatro mil pesos era la misma, se repite una y otra vez: ¿Se podrá creerles a quienes hasta ayer eran los jinetes del Apocalipsis? a quienes habían dejado ir con su inoperancia al responsable de causar tanta zozobra?

Entretanto parecía que a Ismael se lo había tragado la tierra, ya no habían asesinatos y el investigador jefe había sido cambiado a fin de encontrar al culpable y ponerlo tras las rejas. Una noche encontraron un cadáver en avanzado estado de descomposición con un disparo en la cabeza, creyeron que era otra víctima pero no seguía el patrón de las demás, más bien parecía una ejecución, buscaron en el banco de datos de ADN y sorpresivamente había una coincidencia pero pertenecía a alguien del cuerpo policial. Era Aníbal.

Descubrieron que tenía un 95% de semejanza, tan alto porcentaje solo lo tienen los hijos, algo que Aníbal supo en la conversación que sostuvieron aquel martes a las 10 de la noche. El padre había buscado al hijo y le había cegado la vida para que dejara de asesinar.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

OMFG!! WTF!?!? "las había aserrado partiéndolas por mitad desde el esternón, les había arrancado la lengua, les había sacado los ojos y las dejó sin vísceras"

Que sanguinariooooo!!! o.0!!!

Me gustó.. jaja! *aplausos*

Que buena historia, al rato lo lee mi madre, ya le dije que no se lo pierda.. mwahaha!

Besos!

Anónimo dijo...

P0wta te pelaste men, Anibal, era el asesio o se mato porq, tenia parecimiento con el personaje que hizo que le quitaran su trabajo y el que nunca pudo atrapar.

Puya, q vrgna la historia.

●La Pájara● dijo...

Jooojoooo.. vamos mejorando mi estimado Francia. Sinceramente, en algunas partes me perdi y tuve q leer dos veces, sin embargo vos ya sabes q esta tu historia me ha traido pendiente desde hace ya ratos. Lo de Anibal me llego, algo asi como inesperado. Hubiese querido ver un poco mas del banquero.. jojojo, demasiado me pide el gusto xD
Y el publico se queda sediento de mas y mas.
No nos dejes con las ganas
Saludos
Se despide: el morbo ambulante xD *chejeeinnn*

Anónimo dijo...

Quien era Anibal? Por favor contestame

Mariocopinol dijo...

Aníbal era el papá de Ismael y fue quien lo mató.

blah dijo...

Nice...very nice....Mario you are wicked,....

Robertux dijo...

Buena historia. Me recordaste a las de Thomas Harris.

Solo que pienso que para la calidad de los asesinatos (cortar a las personas exactamente a la mitad, si llenarse de sangre que lo pueda delatar) se necesita mayor experiencia en el campo o conocimientos de anatomia (o carniceria) en general.

Quiza Ismael paso por un frustrado intento por estudiar medicina o habra trabajado alguna vez como ayudante de carnicero.

Anónimo dijo...

gracias por responderme... I just love the way you write. Keep up the excellent work!!!

Ale dijo...

juela!!! que pelada esta de principio a fin, bien espeluznante especialmente la madre e hija y el final estan buenos...dignos de una buena pelicula gore!!!, apurate y pones la siguiente rapido!!!

Anónimo dijo...

Hey, que buena historia, aunque debo decir que el final estuvo algo enredado :S. Pero por lo demas, buenisimo... (Y)