22 de octubre de 2008

La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile.

Como se sentirá ser un extraño en tu propia tierra? usar disfraz y disimular todos los rasgos característicos porque "si te reís, te morís"? buscar retratar todo lo que se odia para que lo sepa el mundo?

Básicamente el relato nos lleva al Chile de la Junta Militar que presidía Augusto Pinochet, exactamente en 1985. Miguel Littín es un exiliado director de cine chileno que, involucrado con la resistencia, idea la titánica tarea de filmar entre otras locaciones dentro del mísmisimo Palacio de la Moneda y otros puntos neurálgicos para hacer ver fuera de Chile, los estragos y los horrores que la dictadura había causado.

Cuenta, entre otras cosas, sus impresiones al regresar despues de 12 años de ser proscrito, como vió la ciudad de Santiago, la modernidad que encontró, las memorias que le ocasionaban los lugares donde vivió sus ultimos momentos antes de abandonar su país por la puerta trasera y esa mezcla de sentimientos que conlleva ese tipo de situaciones.

Gabriel García Márquez dejó el agotador interrogatorio de casi 18 horas de versión magnetofónica condesadas en poco más de 150 páginas habladas en primera persona y conservando los modismos chilenos a efecto de no perder su verdadera identidad y originalidad. Full recomendado, en esta pequeña cita se percibe el dejo de nostalgia que invadía al protagonista:

De noche, cuando no hay toque de queda, aquel es el camino obligado para los clubes de tango, guaridas nostálgicas de arrabal amargo donde son campeones los sepultureros. Pero lo que más me llamó la atención aquel viernes, después de tantos años sin ver esos santos lugares, fue la cantidad de jóvenes enamorados que se paseaban tomados de la cintura por las terrazas sobre el río, besándose entre los puestos de flores luminosas para los muertos de las tumbas cercanas, amándose despacio sin preocuparse del tiempo incesante que se iba sin piedad por debajo de los puentes. Sólo en París había visto hace muchos años tanto amor por la calle. En cambio, recordaba a Santiago como una ciudad de sentimientos poco evidentes, y ahora me encontraba allí con un espectáculo alentador que poco a poco se iba extinguiendo en París, y que creía desaparecido del mundo. Entonces recordé lo que alguien me había dicho por estos días en Madrid: "El amor florece en tiempos de peste"

1 comentario:

Esebloguero dijo...

Yo leì este libro hace algunos años y me encanto. La parte mas yuca, para mi, es cuando se da cuenta de las cajas de cigarrillos, con sus notas. hasta sude un poco. Buen libro, gran trabajo que se echo el Gabo.