8 de febrero de 2012

De por qué no había leído "Cuentos de cipotes"



Esta entrada la empecé a elaborar desde el año pasado, aivanadijculpar el retraso.


No pretendo de manera alguna justificar el hecho de no haberlo hecho antes, pero a veces me cuesta explicar (o tal vez me cuesta asimilar que la gente lo entienda) que yo fui un niño de la guerra. Lo crean o no, los programas de educación no incluían -o al menos no lo hicieron en el Liceo Salvadoreño- dejar muchas lecturas nacionales y no se dejaban de tarea los libros aunque se repasaran hasta la saciedad las biografías de los autores. Por cierto, valga el comercial, todavía recuerdo la Composición de Añorga que tanto disfrutaba repasar. Sigo. Más allá de "El nido" de Alfredo Espino, que todavía puedo parafrasear, no sin uno que otro verso yuxtapuesto, puedo contar con los dedos de las manos, las producciones nacionales que procesaron mis ojos y cerebro back then. Es por eso que ahora me emociono cuando amigos me cuentan que han leído algo que era tabú durante el conflicto y trato la manera de encontrarlos y darles su respectiva leída.

Con el advenimiento de las nuevas tecnologías ya no es menester leer las cosas en papel. Hay infinidad de maneras de acceder a estas obras, ya sea en pdf o hasta en Youtube, para muestra agrego dos videos que dan fe de esto:









Habiendo aclarado que no conocía parte de la literatura de mi propia patria, un buen amigo (porque quien convida conocimiento es amigo!)tuvo a bien compartirme por correo un pdf para leer la mentada obra del título de esta entrada y puedo decir que lo leí en dos sentones. Siempre me llamó la atención por qué la famosa escritora y chera, actualmente residente en las sureñas tierras del cachái, Ligia María Orellana usaba la frase del turis turista. Ahora ya lo sé. Me gustaron mucho los de las fieras gritonas, hediondas del circo, a diez centavos la acercada y el de Leprocinio que le rompieron la vocacion de pura ingratitur.

Para finalizar, no me da pena aceptar que no conocía estos libros (ignorante quien prefiera no leerlos por decisión propia) y pueda que exista incluso quien me acuse de malinchista por haber consumido antes literatura foránea a la autóctona, pero hay que reconocer que a veces es más fácil conseguir cosas más comerciales, que lecturas infantiles.

Gracias Milton Rodolfo por permitirme saber más de Salarrué!

PS Un saludo a la lectora estrella que desde Canadá pide material bloguero cuando ve que he dejado aventada esta bitácora. Un sellito por ser cliente frecuente y ávida consumidora :)

5 comentarios:

Bluelesc dijo...

Bueno en ese barco estamos los dos, asi q cipote nada te cuesta y me mandas algunos temas de los libros q hablas para poder yo leer, le acabo de ensenar a mi hijita los videos q pusistes y aunq se q la mitad entendio, me llena el corazon el poder ensenarle parte de nuestra cultura....

Anónimo dijo...

Saludos y felicitaciones desde Canadá! Ya voy a ir a desempolvar mi ejemplar de "Cuento de Cipotes" y voy a poner a mi hijo a leer!

magus civis mundi dijo...

qué placer que en dos sentones y con sonrisa de sandía hayas leído el libro.

un abrazote!!!!

iba pasando dijo...

Yo pasé por los maristas y jesuitas, pero estos últimos promovían bastante la literatura nacional y al ser también un niño de la guerra, 'la última guinda' era material obligatorio.

Cuentos de cipote, así como todos los libros de mi infancia (que fueron muchos) me llegaron a través de mi señor padre que tenía el hábito de lectura muy arraigado. Al principio me lograba entender cada párrafo por su colorida forma de explesarlos.. mi obra favorita de la infancia: Jaraguá

Mariocopinol dijo...

Leslie, ya te lo mandé por correo!

Eli, al cipotillo habrá q traducirle, no va a entender ni la mitad de los modismos! xD

Milton, de nuevo muchas gracias, un abrazo!

IP (aunq ya se tu nombre no te desenmascaro tu adorado anonimato) bien raro q en primaria no leyeramos obras, capaz en 3er ciclo nos iban a poner a estudiarlas (no lo comprobé, ya me había cambiado de colegio para entonces)