7 de agosto de 2009

Muerte digna


De adolescente apenas y lograba darse a entender en castellano, una particularidad que nunca frenó sus ansias de conocimiento. Toda su vida transcurrió en Europa, a excepción de un breve período de su infancia en el que, con su padre, que había levado anclas en aras de buscar un mejor destino en Francia, regresó a fin de arreglar unos papeles. Él no había perdido de vista la tierra que lo vió nacer y había adquirido un compromiso consigo mismo, volver a buscar sus raíces en un intento arqueológico por reconstruir vínculos con el pasado. Había hecho su primera exploración sobre su apellido vía Internet. Pero necesitaba más, tal vez como reparación a una ausencia familiar. Al cumplir 24 y perfeccionar el idioma, con lo poco que encontró, decidió cumplir su promesa y emprender el viaje.

Llegó al pequeño país del istmo centroamericano y luego de dos horas de carretera, recorrió un largo y polvoso camino de tierra, una vereda que atravesaba campos de sorgo, algodón y arroz y que cuece a cualquiera con sus 40° de temperatura. Tirados bajos los árboles, al costado de la calle que llevaba al pueblo encontró un par de mozos que le indicaron por donde debía seguir. No tenía manera de disimularlo. No había nada más que lo entusiasmara tanto como su vuelta, la esperaba y la deseaba.

Finalmente, llegó a San Luis, no tenía donde dormir, así que arregló rápido rentarle a una lugareña un cuarto a manera de hospedaje. Si bien no quería generar polémica con su arribo, estaba consciente que en los pueblos no hace falta mucho para levantar rumores y que pronto se sabría el motivo de su visita. Si hay poco tiempo, hay que agudizar el ingenio. Pero no debe pasarse porque hay gestos educados que se pagan. Escuchó que al día siguiente habría un funeral. El rumor era que el despiadado apoderado de la familia de ese lugar haría todo lo posible por dejar en la calle al único deudo conocido.

A la mañana siguiente llegó al casco de la hacienda de sus familiares. Siempre sonriente, se encontró con quien era el abogado que representaba a quien en vida hizo las veces de pater familiae, Nicolás, una persona que se caracterizaba por ser el baluarte del cerrilismo y la intransigencia, sin embargo por aquellas fechas y ¿broma del destino? su deceso había acontecido tan solo dos días antes a su arribo, en la tina de su baño luego de resbalar y provocarse un traumatismo craneoencefálico.

La película de Phillip, que nadie sabía si sería tan increíble como la de su padre, un latino en Europa que había tenido mediano éxito en su restaurante, ya tenía un comienzo atrapante.

Se presentó con Julio, el abogado, intentando generar pensamientos positivos más allá de las malas circunstancias que precedían su llegada. Se enteró que su abuela Ramona estaba en coma desde hacía 7 meses y que al momento de su defunción, Nicolás contemplaba la idea de desconectarla pues no veía mejoría en su salud.

- No tenía idea que Gina tuviera un hijo, dijo Julio.

- Ni yo imaginé venir a encontrar que mi abuela estuviera en coma o mi abuelo recién fallecido -respondió Phillip.

- Le dió un derrame hace 7 meses y desde entonces ha pasado en el hospital. Tu tío Alexander viene de San Juan para velar a tu abuelo y ver la cuestión de los bienes.-acotó de nuevo Julio.

- Pues mi madre cometió suicidio cuando era una adolescente y mi padre me llevó a vivir lejos de meses de nacido, es lo único que sé,- fue su respuesta, como muestra de lo poco que sabía de la difícil vida y prematura muerte de su progenitora.

A Phillip le parecieron dubitativos los alegatos de un apagado orador que dejó mucho que desear con una actitud fingida y una imagen mucho menos brillante que la fama que le precedía. Aunque se mantuvo todo el tiempo tranquilo.

El muchacho no perdía el andar pausado, pero su sonrisa serena, de a poco, se fue desdibujando. Mas no la fé en conocer al resto de la familia ante la imposibilidad de encontrarse con sus abuelos. Era triste lo suyo, tenía la esperanza de conocer a sus parientes pero se encontró con un paraje de muerte y desolación, solo le quedaba esperar a su tío. Y lloró, obvio, porque ni siquiera tuvo margen para imaginar como era la vida ahí.

Todo ese tiempo estuvo ansioso y le pareció eterno pese a ser solo un par de horas, pues de su tío sabía que desaprobó en su momento la relación fruto de la que nació y que tuvo más de algún altercado con su progenitor. Venía de San Juan donde tenía negocios pero vivía en La Piedad, ciudad capital.

Al llegar Alexander el ambiente estaba tenso. Reconoció aún sin que le dijeran nada el perfil de Gina y los ojos de Juan Carlos. De mala gana lo encaró y le dijo:

- Bueno y vos no tiene ni dos días de haberse muerto mi papá y ya venís a pedir dinero?

- No estaba al tanto de nada y por lo tanto no pretendo lucrarme de esto, yo vengo desde Francia donde vivía.

- No jodás, vos ahí en La Piedad vivías que Francia ni que indio envuelto. No te quiero ver en la vela, dejanos llorar a mi tata. Si querés vení la otra semana.- espetó a sabiendas que saldría del país por negocios el siguiente lunes.

- Mire tío dejeme ayudar, yo soy cocinero, quiero estar presente....

- DIJE QUE NO! Y no me digas tío, mejor habla bien, como que tenés una papa caliente en la boca se te oye.

Dió media vuelta y se introdujo a la casa con Julio. Los criados que habían presenciado todo se sintieron mal y ofrecieron su apoyo al muchacho simpático que no podía pronunciar bien la "erre". Conociendo al viejo Alexander lo más seguro sería que tomaría como cosaco y ni cuenta se daría que Phillip no solo atendería la vela sino que se quedaría en la hacienda.

Alexander tenía avanzadas las negociaciones para fusionar su negocio con un competidor en Childivia y como parte de los arreglos debía mudarse a ese país. La idea era viajar entre los dos países y supervisar la planta de San Juan, así que poco le importaban las propiedades de San Luis. Confiaría entonces todo a Julio para que finiquitara de la mejor manera las diligencias hereditarias. Consigo se llevaría a su mujer y sus dos hijas, unicas dos familiares que le quedaban en el país a Phillip, por lo que vería frustrada su intención de conocerlas. De todo se enteraría por Casilda, la ama de llaves que le dió un cuarto para descansar en la casa.

Transcurrió el velatorio sin incidentes y luego de las exequias, en las que estuvo todo el pueblo pero no las nietas de Nicolás, Alexander partió, dejando todo como era de esperarse en manos de Julio.

Phillip seguía en la residencia de los hacendados y ello representaba un problema para el malintencionado representante legal. Pues a falta de herederos se podría quedar administrandolo todo y dandose la gran vida y pese a que poco le podía importar que Ramona sufriera con el respirador, la necesitaba con vida, pues era su seguro.

Phillip ya había ido a conocer a Ramona y la visitaba todos los días, pero su cuerpo lleno de llagas por presión, ocasionadas por pasar acostada, le causaba mucho pesar, decía que eso no era vida, un vegetal respirando por ventilador y alimentado vía endovenosa.

Ideó entonces una manera para sacarla de su miseria. Sabedor de que el Curador de los bienes quería la plata para él le propuso que se la quedara con tal que le firmara la autorización para desconectar a Ramona, después de todo era dinero que se le estaba yendo al resumidero.

En ese plan de racionalizar la muerte y racionar gastos, el abogado corrupto aceptó sin pensarselo dos veces. Fue así como Phillip le pidió que le enviara los documentos a firmar con Casilda, a efecto de cederle lo que le correspondía a fin de comprar su silencio y no le importó quedarse sin un quinto, con tal de dejar ir a su pobre abuela.

Lo que Julio no consideró ni tan siquiera a la hora de decidir la muerte piadosa fue que el francesito ya había acudido a las autoridades a denunciar que el abogado quería dejarlo sin nada, que le había falsificado la firma y dado que era Julio quien autorizaba el documento hospitalario de desconexión de Ramona,, no la de Phillip, lo acusó de matar a su abuela.

Actualmente, Phillip maneja la hacienda Santa Gertrudis como único sucesor que aceptó herencia y luego de comprobarle falsificación (pues la firma no era de Phillip sino de alguien más) malos manejos y asesinato en primer grado, Julio sirve una condena de 25 años en un penal de máxima seguridad.

3 comentarios:

Yandros dijo...

Chico vaya trama familiar propia de los tejemanejes de los caciques jejeje
Perdona que no me pase últimamente por el blog, el tiempo es algo que se me escurre entre los dedos
Un abrazo

iba pasando dijo...

Je je je a Phillip se le prendió el foco...

Anónimo dijo...

Vaya, ¿se tira a las historias también, pues?, interesante.
Nada mal, señor, la narrativa es clara y entretenida, buen post.

Saludos.