Habida cuenta que esta olvidada bitácora cumple ahora catorce años de haber inaugurado su contador de publicaciones, decidí conmemorar la fecha.
Hace dos días, cumplió 34 meses la última entrada publicada en este blog. Fue en el ya lejanísimo mes de agosto del 2010, que presagiaba que las redes sociales estaban acabando con el sano hábito de la lectura (edificante o no) de lo que fuera que se le ocurriera a quienes dábamos rienda suelta a nuestra imaginación en estos espacios de expresión. Y pues eventualmente, sucedió. Recuerdo con lucidez, las interminables y apasionadas discusiones que animaban mis días de bloguero activo. Siempre había algo que conversar. Muchas veces habían consensos, las más de las veces discrepancias, pero se pasaba bien. Eso si, perdí la cuenta de las veces que emplee esas tres palabras que tienen por título esta entrada. Por los motivos que sean, el tiempo escasea a medida que uno se llena de compromisos de toda índole. Hasta que nos vino esta pandemia. Y hoy si, ya volvemos a nuestros orígenes.
A mediados del año pasado, leía a un bloguero español que por motivos profesionales se ve en la obligación de informar a pacientes y familiares que padecen una enfermedad degenerativa e incurable. Muchas veces, terminal. Contaba las diversas reacciones que tenían. Continuaba su relato en el sentido que observaba, que las personas que tienen mucho dinero manejan mucho peor esa clase de noticias, que los que son de clases más desfavorecidas.
¿Por qué se da eso? Pues no cuesta entender que la mayoría de personas acaudaladas y poderosas están acostumbradas a "comprar" lo que sea que les resuelva sus inconvenientes y se ven en la penosa situación de enfrentar algo que no distingue de clases económicas, cuya solución no está a la venta, y por lo tanto, no se puede adquirir o en este caso, alargar. El tiempo en este plano astral. Lo finito de la existencia humana.
Esta vez el mensaje será corto. Mientras menos se diluya en verborrea, mejor llegara a su(s) receptor(es). Tomen medidas para no contagiarse. Expresen lo que sienten y no se queden con nada. No sabemos hasta cuando estaremos en este mundo.